Si eres de los que va por la vida con el oído atento, existe una serie pensada especialmente para ti, que pide pausa, atención y mucha finura al escuchar. Alta fidelidad (High Fidelity, 2020), disponible en Disney+, es una de esas producciones que no solo se ven: se escuchan, se sienten y se viven como una canción que no sabías que necesitabas. Protagonizada por Zoë Kravitz, esta serie es una reinterpretación moderna, fresca y profundamente emocional del clásico literario de Nick Hornby, que también tuvo una adaptación cinematográfica en el año 2000 con John Cusack.
La historia sigue a Rob Brooks, una melómana empedernida y dueña de una tienda de discos en Brooklyn, que se embarca en un viaje sentimental a través de sus cinco rupturas amorosas más significativas. Pero lo que podría parecer el típico drama romántico se transforma aquí en una experiencia sensorial, gracias a su estructura de listas, sus referencias musicales exquisitas y su lenguaje visual íntimo. Rob rompe la cuarta pared para hablarnos directamente, como si estuviéramos escuchando un viejo vinilo mientras hojeamos un diario lleno de confesiones.
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Lo interesante es que esta versión no se limita a replicar el material original. La serie invierte el género del personaje principal (Rob ahora es mujer y bisexual), actualiza el escenario a un Brooklyn gentrificado pero lleno de cultura alternativa, y ofrece una mirada mucho más introspectiva y contemporánea sobre el amor, la pérdida y la música como refugio emocional. Cada episodio está cargado de canciones que no son solo fondo: son parte del relato. Desde David Bowie hasta Frank Ocean, pasando por The Smiths, Fleetwood Mac o Aretha Franklin, cada tema parece comentarle algo al corazón del espectador.
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Más allá de la trama amorosa, Alta fidelidad es un retrato generacional sobre la dificultad de madurar, el apego a los recuerdos y la búsqueda de identidad a través de la cultura pop. Es una serie que conecta con quienes aún hacen listas de reproducción para sobrellevar el duelo, que coleccionan vinilos como cápsulas del tiempo, y que creen que una canción puede decir más que mil palabras.
Zoë Kravitz brilla en el papel, con una mezcla de vulnerabilidad y carisma que transforma a Rob en un personaje tan entrañable como complejo. Su interpretación tiene el peso necesario para cargar con la serie, que también se apoya en secundarios memorables como Cherise, la excéntrica compañera de tienda que sueña con formar una banda, o Simon, un exnovio gay que protagoniza uno de los capítulos más bellos y honestos de la temporada.
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A pesar de las buenas críticas, Hulu la canceló tras su primera entrega, dejando a los fans con el corazón roto, como la misma Rob. Pero esa única temporada basta para consolidarla como una pequeña obra maestra sobre el arte de recordar con música de fondo.
Si eres de los que rebobinan escenas solo para volver a oír una canción, o de los que creen que una buena historia de amor siempre tiene una gran banda sonora, Alta fidelidad es tu serie. Está en Disney+ esperando que le des play. Y créenos: no vas a querer ponerle pausa.