En medio de la vasta selva amazónica, donde la naturaleza se impone con fuerza salvaje y el silencio guarda secretos milenarios, se desarrolla Frontera verde, una de las series colombianas más inquietantes que pueden encontrarse actualmente en el catálogo de Netflix. Su belleza visual contrasta con una atmósfera densa, cargada de simbolismo, oscuridad y tensión psicológica. No es exagerado decir que esta producción no es para cualquiera: si eres de los que baja el brillo del celular antes de dormir, mejor piénsalo dos veces antes de reproducir el primer episodio.
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Estrenada en 2019 y dirigida por nombres de peso como Ciro Guerra, Laura Mora y Jacques Toulemonde, Frontera verde se aleja de las narrativas urbanas convencionales para sumergir al espectador en un thriller espiritual que desafía tanto los géneros como las expectativas. La historia sigue a Helena Poveda, una agente del CTI enviada a la frontera colombo-brasileña para investigar una serie de asesinatos extraños que, poco a poco, revelan una red de misterios ancestrales, rituales y saberes indígenas que escapan al entendimiento lógico.
Pero más allá del argumento, lo que realmente marca el tono de la serie es su forma de contar. Frontera verde se apoya en la penumbra constante de la selva, en el juego de sombras entre el follaje, y en una fotografía que oscila entre lo onírico y lo perturbador. Cada escena parece diseñada para incomodar: no por mostrar, sino por sugerir. La tensión se construye lentamente, sin sobresaltos gratuitos, pero con una sensación persistente de que algo no está bien.
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La protagonista, interpretada por Juana del Río, carga con una presencia fuerte y vulnerable a la vez, lo que aporta humanidad a un relato que coquetea con lo sobrenatural. Su contraparte, Nelson Camayo, encarna al guía local con un conocimiento intuitivo de la selva que se vuelve indispensable en el viaje.
Frontera verde no es una serie de terror en el sentido clásico, pero asusta de otra manera: enfrenta al espectador con lo desconocido, con lo invisible, con lo que se escapa a la razón. Y todo eso ocurre en la oscuridad. Por eso, si le temes a la noche, a lo que no puedes ver o explicar, tal vez esta no sea la mejor opción para tu próxima maratón de fin de semana.