En Prime Video y HBO Max: la historia para ver con alguien que amas o para extrañarlo todavía más
Santiago Díaz Benavides
Desde 'Forrest Gump' hasta 'Interestelar', pasando por 'Guerra Mundial Z' y 'Naruto', puedo pasar horas hablando sobre mis producciones favoritas. Si me preguntas qué es lo que más me gusta del cine te diré que es mucho mejor que la vida.

Una cinta británica sobre el paso del tiempo, el amor cotidiano y los vínculos que nos definen sigue conquistando corazones más de una década después de su estreno.

Prime Video

Verla es como detenerse en medio del caos diario, tomar una bocanada de aire y recordar qué cosas son realmente importantes. Cuestión de tiempo (About Time, 2013), la entrañable película dirigida por Richard Curtis, se ha ganado un lugar especial en el corazón del público y sigue vigente como una de las historias más reconfortantes de los últimos años. Ahora disponible en Prime Video y HBO Max, su regreso a las plataformas es una excusa perfecta para verla —o revivirla— con alguien que se ama… o en esos días en que se extraña con más fuerza.

A simple vista, el argumento puede parecer una comedia romántica más: un joven tímido y algo torpe descubre que los hombres de su familia tienen la habilidad de viajar en el tiempo. Lo que podría haberse convertido en una fantasía ligera o en un ejercicio de ciencia ficción se convierte, en manos de Curtis, en una profunda reflexión sobre el paso del tiempo, la familia y el valor de lo cotidiano. Aquí, viajar en el tiempo no es una herramienta para alterar el pasado a gran escala, sino un recurso para detenerse en lo pequeño: un desayuno en silencio, una tarde lluviosa, una conversación con el padre.

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Protagonizada por Domhnall Gleeson y Rachel McAdams, la película se aleja del romance clásico y se adentra en el territorio de las emociones duraderas. Su relación en pantalla crece no por los grandes gestos, sino por las rutinas compartidas y las decisiones silenciosas. Pero el vínculo más poderoso que narra la cinta es, quizás, el del protagonista con su padre, interpretado magistralmente por Bill Nighy. Una figura cálida, sabia y vulnerable que representa esa conexión generacional que se transforma con los años y que, al igual que el tiempo, solo se valora del todo cuando comienza a escaparse.

Una de las razones por las que Cuestión de tiempo ha envejecido tan bien es precisamente su invitación a detenerse. En una era dominada por la inmediatez y la producción de contenidos a velocidad vertiginosa, esta cinta propone algo radical: mirar con atención, escuchar, estar presente. Y lo hace sin pretensiones, con humor británico, sensibilidad y una banda sonora que aún resuena en la memoria de quienes la han visto. Canciones como "How Long Will I Love You" o "The Luckiest" no solo acompañan la historia, sino que se convierten en parte del recuerdo emocional que deja.

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Más de una década después de su estreno, Cuestión de tiempo sigue funcionando como una cápsula de sensibilidad. Es de esas películas que uno recomienda con cariño, como si se compartiera un secreto. Perfecta para una tarde de lluvia, para ver en pareja, en familia o en soledad, su mensaje sigue intacto: la vida está hecha de segundos que no vuelven, y lo que realmente importa no siempre es lo que buscamos cambiar, sino lo que aprendemos a apreciar.

Una historia para ver con alguien que amas, o para abrazar ese recuerdo que todavía se extraña.

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