Si te gusta el terror, no puedes perderte esta película que acaba de llegar a Prime Video Colombia

Steven Soderbergh regresa con una propuesta única que reinventa las historias de casas embrujadas. Disponible ya en streaming.

En un género tan saturado como el del terror sobrenatural, en el que fantasmas, demonios y vampiros compiten por asustar al público, es difícil encontrar una propuesta que sorprenda. Pero Presence, la nueva película dirigida por Steven Soderbergh y escrita por David Koepp, lo consigue. Disponible ya en Prime Video Colombia, esta historia no solo evita los clichés del cine de casas embrujadas, sino que da un giro radical al cambiar por completo el punto de vista: aquí no seguimos a los humanos que sufren la presencia fantasmal, sino al ente que observa.

La premisa es inquietante por sí sola: un espíritu sin identidad definida comienza a habitar silenciosamente una casa suburbana justo antes de que una familia se mude a ella. A través de la cámara, que actúa como sus ojos, los espectadores se convierten en cómplices de esa mirada invisible que lo ve todo, pero no puede intervenir. Lo que en otras películas serían sustos o apariciones escalofriantes, aquí se convierte en una experiencia melancólica, introspectiva y profundamente humana.

Soderbergh construye un relato donde el terror no está en lo sobrenatural, sino en las heridas emocionales que cada miembro de la familia arrastra. La madre intenta recomponer su relación de pareja, los hijos enfrentan sus propios traumas, y el padre guarda secretos que el espectador —como el fantasma— va descubriendo poco a poco. El guion de Koepp, que ya ha explorado el suspenso en múltiples formatos, se siente contenido y calculado, con giros que recuerdan al cine de M. Night Shyamalan, pero sin caer en la espectacularidad.

Lejos de los efectos especiales o las típicas escenas de sobresalto, Presence apuesta por una cámara sutil y precisa que recorre cada rincón de la casa como si explorara una mente. El resultado es una atmósfera de angustia silenciosa, donde la impotencia del espectador refleja la del ente invisible que todo lo ve. No hay gritos ni persecuciones, pero sí una tensión constante que crece a medida que los conflictos humanos se intensifican.

Más que una película de terror convencional, es un drama con alma de fantasma, una exploración de la soledad, el duelo y la necesidad de ver —y ser visto—. Una pieza sobria y elegante que demuestra que el verdadero miedo no siempre viene de lo paranormal, sino de aquello que los vivos intentan ocultar.