La nueva película de 'Jurassic World' no termina de convencer a la crítica, pero hace lo suyo en la taquilla: ¿Es buena o mala?
Santiago Díaz Benavides
Desde 'Forrest Gump' hasta 'Interestelar', pasando por 'Guerra Mundial Z' y 'Naruto', puedo pasar horas hablando sobre mis producciones favoritas. Si me preguntas qué es lo que más me gusta del cine te diré que es mucho mejor que la vida.

El regreso de los dinosaurios a la pantalla grande divide opiniones entre críticos y espectadores. Mientras algunos cuestionan su falta de originalidad, otros se entregan al espectáculo sin culpas.

Universal Pictures

Con Jurassic World: Rebirth, Universal Pictures parece haber entendido una verdad sencilla: no hace falta reinventar la rueda cuando lo que el público quiere es ver dinosaurios rugiendo en la pantalla más grande posible. La película, dirigida por Gareth Edwards y protagonizada por Scarlett Johansson, Jonathan Bailey y Mahershala Ali, ha dividido a la crítica, pero no ha tenido problemas para atraer multitudes a los cines del mundo. ¿Es eso suficiente para considerarla una buena película? La respuesta depende de a quién le preguntes.

Desde su estreno el pasado 2 de julio, Rebirth ha recaudado más de 400 millones de dólares a nivel global, posicionándose como uno de los lanzamientos más taquilleros del verano. En Rotten Tomatoes, sin embargo, mantiene una calificación que apenas supera el 50 %. Para los críticos, es una entrega formulaica, visualmente potente pero narrativamente floja. Para muchos fanáticos, en cambio, cumple su función: ofrecer dos horas de entretenimiento jurásico sin pretensiones.

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Y es que nadie va a ver una película de Jurassic World por sus diálogos profundos o por la evolución emocional de sus personajes. La mayoría asiste por el espectáculo: por ver al mosasaurio surgir del agua, a los velocirraptores acechar entre ruinas, a los humanos correr en pánico. En este sentido, Rebirth entrega lo que promete. Gareth Edwards, conocido por Rogue One, logra mantener un ritmo ágil, escenas de acción bien coreografiadas y una estética visual que eleva el tono de la película por momentos.

¿Scarlett Johansson en medio de una estampida de dinosaurios? Sí, por supuesto. Su presencia no añade capas de complejidad al guion, pero su carisma y temple le dan un mínimo de credibilidad a una trama que, por momentos, roza lo absurdo. Lo mismo puede decirse de Mahershala Ali, cuyo talento parece desaprovechado, pero cuya voz y mirada severa siguen siendo un ancla en el caos.

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El problema para la crítica especializada no es tanto lo que la película hace, sino lo que evita hacer: Rebirth no se arriesga. No propone nuevas preguntas ni introduce dilemas morales como lo hacía la trilogía original. La ciencia y la ética quedan relegadas a una línea de diálogo perdida entre explosiones. Pero ¿realmente el público de 2025 busca eso en una cinta de Jurassic World? Probablemente no. Busca emociones inmediatas, nostalgia visual y, sobre todo, colosos prehistóricos desatados.

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Así pues, Jurassic World: Rebirth no es una gran película, pero tampoco pretende serlo. Es un blockbuster que sabe a qué audiencia apunta y le entrega justo lo que espera. No va a cambiar la historia del cine, ni siquiera la de su franquicia, pero logra hacer rugir a las salas. Y en una industria cada vez más dominada por las franquicias, eso es más que suficiente.

¿Buena o mala? La respuesta más honesta quizás sea: depende del tamaño de tu expectativa… o de tu amor por los dinosaurios.

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