Cuando se estrenó en 1988, Un príncipe en Nueva York parecía, a simple vista, una comedia más protagonizada por Eddie Murphy, el entonces rey indiscutido del humor en Estados Unidos. Sin embargo, con el paso de los años, esta producción dirigida por John Landis se consolidó como una joya del cine afroamericano, no solo por su humor irreverente, sino por su poderosa carga simbólica, cultural y social en una época en que Hollywood aún estaba lejos de representar con equidad a las comunidades negras.
Hoy, más de tres décadas después, esta película está disponible en Netflix y se presenta como una oportunidad ideal para descubrir (o redescubrir) una obra que marcó un antes y un después en la historia del cine comercial estadounidense. Con una historia tan entrañable como provocadora, Un príncipe en Nueva York puso en primer plano a personajes negros en roles de poder, nobleza y sofisticación, rompiendo con los estereotipos que, hasta entonces, dominaban la gran pantalla.
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La historia sigue al Príncipe Akeem Joffer, heredero del ficticio reino africano de Zamunda, quien, harto de una vida de lujos y de un matrimonio arreglado, decide viajar a Queens, Nueva York, en busca de una mujer que lo ame por lo que es y no por su título. Acompañado por su inseparable amigo y sirviente Semmi (interpretado también por Arsenio Hall), Akeem se adentra en un mundo completamente distinto al suyo, donde deberá enfrentar el racismo, el clasismo y el desencanto del sueño americano. Pero también encontrará el amor, la humildad y una nueva forma de entender la vida.
Lo que convirtió a esta comedia en un fenómeno cultural no fue solo su guion afilado o las hilarantes interpretaciones múltiples de Murphy y Hall —quienes dieron vida a varios personajes secundarios usando maquillaje y prótesis innovadores para la época—, sino su representación positiva y digna de la negritud. En pleno auge del cine ochentero dominado por héroes blancos, Un príncipe en Nueva York presentó a un elenco predominantemente afrodescendiente sin que eso fuera un tema de conflicto o marginalización dentro de la trama.
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Además, la película brilló por su puesta en escena: vestuarios lujosos inspirados en la tradición africana, una banda sonora vibrante y una crítica social disfrazada de comedia ligera. De fondo, emergía una poderosa sátira sobre la diferencia entre riqueza y valor, poder y sabiduría, apariencia y autenticidad.
El impacto de esta cinta fue tan profundo que, en 2021, se estrenó una secuela titulada Coming 2 America, con el reparto original y nuevos rostros, reafirmando el lugar icónico que ocupa la historia del Príncipe Akeem en la cultura pop. Así pues, en Netflix, está esperando ser descubierta por nuevas generaciones, no solo para reír, sino para entender por qué esta joya afroamericana cambió el juego para siempre.