Así era la relación de Gabo con el cine (y así sería hoy según la IA)
Santiago Díaz Benavides
Lector adicto, miope curioso y cinéfilo. Una vez tuve una columna de cine que nadie leyó. Todos dicen que me parezco a El Profesor.

El autor de "Cien años de soledad" falleció hace diez años sin saber que justo ahora una adaptación de su gran obra estaría a punto de estrenarse.

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Ya se ha dicho bastante que Gabriel García Márquez siempre profesó una profunda pasión por el cine. Desde sus primeros pasos en la crítica cinematográfica hasta su incursión como escritor de guiones, la conexión entre el Nobel colombiano y el séptimo arte ha sido constante y profunda.

Gabo no solo apreciaba el cine como espectador, sino que también lo consideraba una forma de expresión artística digna de estudio y exploración. Desde sus días de estudiante en Roma, donde se matriculó en el Centro Sperimentale di Cinematografia, hasta sus colaboraciones con diversos cineastas y la fundación de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños en Cuba, García Márquez dejó una marca indeleble en el mundo del cine latinoamericano.

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Antes de que 'Cien años de soledad' y 'El amor en los tiempos del cólera' cautivaran a lectores y lectoras de todo el mundo, García Márquez se sumergió en el mundo del cine como crítico. Durante la década de 1950, sus palabras se deslizaban por las páginas de periódicos como El Espectador y El Universal, donde exploraba el séptimo arte con una perspicacia que auguraba su futura maestría literaria.

En sus reseñas cinematográficas, García Márquez no se contentaba con evaluar simplemente la técnica cinematográfica o la trama; iba más allá, desentrañando las complejidades sociopolíticas y culturales que subyacen en cada fotograma. Su pluma, hábil y penetrante, se adentraba en las profundidades de la narrativa fílmica, destacando las metáforas visuales y las conexiones simbólicas que se entretejían en la pantalla grande.

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Su amor por el cine no era simplemente superficial; García Márquez encontraba en la magia del celuloide una fuente de inspiración y aprendizaje invaluable. Desde los dramas íntimos hasta los épicos históricos, el entonces crítico entusiasta absorbía cada película con una sed insaciable de conocimiento y entendimiento, una sed que, más tarde, saciaría con sus propias creaciones literarias.

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Pero más allá de la influencia estilística, el cine dejó una marca indeleble en la sensibilidad de García Márquez. A través de la lente del cine, aprendió a capturar la esencia de la experiencia humana, a tejer historias que trascienden las barreras del tiempo y el espacio, y a dar voz a los marginales y olvidados de la historia.

El breve pero significativo paso de Gabriel García Márquez por el mundo del cine como crítico no solo enriqueció su propia visión artística, sino que también contribuyó a enriquecer el panorama cultural latinoamericano en su conjunto. Como crítico, como escritor y como visionario, García Márquez nos recuerda que, en el mágico universo del arte, las fronteras entre las diferentes formas de expresión son permeables, y que la verdadera grandeza radica en la capacidad de trascenderlas.

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Según la IA, si estuviera vivo hoy, es probable que Gabo se sumergiera aún más en el mundo del cine, dada su fascinación por el poder visual y narrativo del séptimo arte. Con el auge de las plataformas de streaming como Netflix, Amazon Prime Video y Max, García Márquez podría encontrar una nueva veta de exploración y expresión para sus historias.

Es posible que García Márquez viera el streaming como una herramienta emocionante que democratiza el acceso al contenido audiovisual, permitiendo que las obras lleguen a audiencias más amplias en todo el mundo. Al mismo tiempo, es probable que reconociera los desafíos que presenta este nuevo medio para la narrativa y el arte, así como las oportunidades para la experimentación creativa y la diversidad de voces.

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En cuanto a la adaptación a serie de 'Cien años de soledad', García Márquez podría tener una postura ambivalente. Por un lado, es probable que apreciara el potencial de una serie para explorar en profundidad los intrincados personajes y la rica historia de Macondo. La naturaleza episódica de una serie permitiría una narración más detallada y compleja, lo que podría complacer al autor, quien a menudo se esforzaba por capturar la profundidad y la complejidad de la vida en sus escritos.

Por otro lado, García Márquez también podría sentir cierta aprensión sobre cómo se llevaría a cabo la adaptación y si se respetarían la esencia y el espíritu de su obra original. "Cien años de soledad" es una novela monumental, llena de simbolismo, magia y realismo mágico, y adaptarla adecuadamente a la pantalla requeriría un cuidado extremo para no perder su esencia.

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