La serie juvenil escrita por Dago García, y producida por Caracol televisión para Netflix, que ha sido confirmada para una segunda temporada, sigue sumando audiencia y mantiéndose en las listas de lo más visto en la plataforma en diferentes países. La historia ambientada en el año 1976 logra cautivar por medio del melodrama adolescente y una impecable puesta en escena a públicos de diferentes edades. Pero, ¿en qué radica su magia?
No es la primera vez que una serie colombiana se toma el mundo, la calidad de las producciones nacionales es reconocida en muchos lugares, prueba de ello es que en la lista de lo más visto en América Latina, en las diferentes plataformas de streaming, siempre figura una serie colombiana. Varios análisis teóricos apuntan a que el desarrollo del país de la primera mitad del siglo XX hacia adelante tiene mucho que ver con la televisión.
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El teórico de la comunicación Jesús Martín Barbero afirmó que la televisión ha jugado un papel importante en la construcción de la identidad cultural de los colombianos y en la conformación de la memoria colectiva. Y es justamente el papel de la construcción de imaginarios en donde radica el éxito de La primera vez y lo hace apelando a narrativas telenovelescas que es un espacio conocido en la psique latinoamericana.
No es un secreto que la nostalgia vende, sobre todo cuando se presenta hiperestilizada. El pasado como forma “bella” es efectivo en la medida en que activa el recuerdo, incluso de lo que no se ha vivido. La serie nos transporta a un pasado que añoramos de manera colectiva. No solo la emoción de las primeras veces, que es básicamente la adolescencia, sino la familiaridad que producen los objetos del pasado.
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Otro factor determinante de su éxito es que se presenta como contrapeso a la historia colombiana de violencia que se ha representado tantas veces. Aunque no estoy en contra de este tipo de productos, creo que la mayoría de la audiencia ve en La primera vez, otra forma de comprenderse. Y, aunque el misterio de la serie trata sobre narcotráfico, en el fondo es lo último que importa.
Una combinación de elementos familiares para una audiencia acostumbrada al melodrama, junto con una excelente producción y una estructura que se presenta a través de gestos literarios, hacen que esta serie sea un producto atractivo, lleno de moralejas melodramáticas y divertidas que seguramente seguirán cosechando éxitos.