Una de las películas más famosas de “La Roca” no tiene nada que ver con acción o aventuras: es un clásico familiar disponible en Disney+
Casi nadie conoce mi primer nombre, pero todos saben que tengo un homónimo español que escribe thriller. Me obsesionan las películas sobre el fin del mundo y tengo una particular debilidad por el cine de M. Night Shyamalan.

Antes de convertirse en el héroe de acción más rentable de Hollywood, Dwayne Johnson sorprendió al mundo con una comedia sobre paternidad que hoy sigue conquistando nuevas generaciones.

Si eres de los que ha seguido toda la carrera cinematográfica de La Roca, seguramente recuerdas esta cinta, Entrenando a papá (2007), uno de los primeros trabajos en la gran pantalla que el actor emprendió para desprenderse de su imagen de luchador.

Dwayne Johnson, hoy reconocido como el héroe musculoso por excelencia, encontró aquí un punto de inflexión inesperado. No hay persecuciones imposibles ni explosiones calculadas: lo que hay es una historia simple, casi doméstica, sobre un hombre que lo tiene todo —dinero, fama y un ego tallado en mármol— hasta que descubre que tiene algo más: una hija de siete años que irrumpe en su vida como una granada emocional envuelta en tutú.

Joe Kingman, estrella del fútbol americano, vive orbitando su propio nombre. Es el típico atleta que negocia contratos multimillonarios, mide su valor en touchdowns y ve el mundo como una extensión de su vestidor. El aterrizaje forzoso ocurre cuando Peyton, una pequeña con carácter y dulzura en dosis desarmantes, toca a su puerta para informarle que es su hija. Sin previo aviso, sin manual de instrucciones y sin un touchdown que lo salve.

Es aquí donde la película encuentra su verdadero diferencial: no intenta convertir a Johnson en un padre perfecto, sino en uno real. Uno que falla, que se desespera, que tropieza sobre su propio narcisismo, pero que aprende —a punta de caos, ballet y cenas desastrosas— que el afecto puede derribar incluso las murallas del ego.

En tiempos donde la cultura pop ha llevado a La Roca a extremos casi mitológicos, Entrenando a papá funciona como espejo de otra dimensión: la del tipo grande que debe hacerse pequeño para acompañar a una niña en su mundo de brillantina, tutús y sensibilidad. Y eso, paradójicamente, es lo que la convierte en una pieza tan vigente en el catálogo familiar de Disney+.

Su recepción original fue tibia entre la crítica —el eterno debate entre comedia blanca y fórmula predecible—, pero el público la abrazó. La película no pretende reinventar el género, sino recordarnos que la ternura también mueve taquillas. Y, desde una perspectiva más estratégica, la cinta marcó el inicio de una ruta que Johnson capitalizaría después: la del héroe duro con corazón blando, un arquetipo que conecta con audiencias globales.

Volver a Entrenando a papá hoy es redescubrir una historia que sigue respirando porque habla de algo que ninguna moda tecnocrática puede medir en métricas de engagement: el deseo humano de pertenecer, de acompañar y de aprender a amar aunque uno no sepa cómo.

Disney+ la presenta ahora como lo que siempre ha sido: un clásico cálido, entrañable, imperfecto y profundamente humano. Una comedia que nos recuerda que, más allá del impacto y la adrenalina, incluso La Roca tuvo que aprender a ser vulnerable. ¿Y no es ese, acaso, el giro más poderoso de todos?

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