Entre risas, nervios y confianza mutua, la actriz reveló cómo enfrentó las escenas más delicadas de su nueva película junto al protagonista de 'The Batman'.
Jennifer Lawrence no es ajena a los rodajes exigentes. Pero su nueva colaboración con Robert Pattinson en Mátate, amor (Die My Love), dirigida por Lynne Ramsay, parece haberla llevado a un terreno más íntimo que cualquier producción anterior. Basada en la novela homónima de Ariana Harwicz, la cinta —una mezcla de drama psicológico y comedia negra— sigue el desmoronamiento de un matrimonio y la lucha interna de una mujer cuya mente se deshace entre el deseo, la maternidad y la culpa.
Durante una conversación en el pódcast Las Culturistas, la ganadora del Oscar sorprendió al confesar que no necesitó un coordinador de intimidad para las escenas más delicadas con Pattinson. “Me sentí muy segura con Rob. No es un pervertido y está muy enamorado de su pareja, Suki [Waterhouse]”, dijo entre risas. “Nunca hubo una energía rara. Si la hubiera habido, probablemente sí habría pedido un coordinador”.
En tiempos en que Hollywood ha incorporado de forma casi obligatoria la figura del coordinador de intimidad —profesionales que garantizan el respeto físico y emocional durante escenas de desnudo o sexo simulado—, la confesión de Lawrence generó debate. Para algunos usuarios en redes, sus palabras minimizan la importancia de estos roles, esenciales desde el movimiento #MeToo. Otros, en cambio, aplaudieron la naturalidad con que abordó el tema y la confianza mutua entre ambos actores.
La actriz explicó que antes de rodar compartió con Pattinson sesiones de baile y ejercicios físicos que ayudaron a crear una relación de trabajo basada en el compañerismo. “Fueron como dinámicas de equipo. Terminaron sirviendo más para las escenas de sexo y de pelea que para el baile”, bromeó. De hecho, recordó que su primer día de filmación fue también el más exigente: “Estábamos desnudos, atacándonos como tigres. Fue intenso, pero muy divertido”.
Por su parte, Pattinson reconoció en una entrevista con Brut Magazine que sí hubo un coordinador de intimidad en el set, aunque en segundo plano. “No se trata solo de seguridad, también ayuda a cuidar el resultado artístico”, comentó.
Más allá del debate, lo cierto es que el rodaje de Mátate, amor se desarrolló con una atmósfera de respeto y complicidad poco habitual. Lawrence incluso se negó a que retocaran digitalmente su cuerpo en posproducción: “Me mostraron una toma con celulitis y preguntaron si quería que la editaran. Dije: ‘No. Eso es un trasero’”.
Con la cinta ya disponible en MUBI, este título promete convertirse en uno de los más comentados de la temporada. Y quizá también, en otra muestra de que Jennifer Lawrence sigue encontrando autenticidad incluso en las escenas más vulnerables.