Volver a Rotos es volver a un espacio que no parece teatro, pero lo es. A veces, más que muchas salas tradicionales. La obra —que nació en un apartamento del centro de Bogotá, entre alfombras improvisadas, un sofá que hacía de butaca y un público a centímetros de los actores— llega ahora a su segunda temporada en Casa E Borrero. Y aunque cambia de casa, conserva ese aire de intimidad que la convirtió en una pequeña rareza del circuito local. Lo que sí cambia es uno de sus rostros: Camila Jurado toma el papel que antes interpretó Ángela María Rodríguez.
La elección no es casual ni caprichosa. Jurado y Rodríguez, amigas en la vida real, compartieron pantalla en Los Billis, la serie colombiana de Prime Video que resonó hace poco más de un año. Y ahora, mientras Rodríguez continúa con proyectos en cine, Jurado se instala en la cartelera teatral bogotana al tiempo que aparece en Estado de fuga, la nueva serie colombiana de Netflix. Su incorporación a Rotos no es solo un reemplazo: es un cambio de color emocional. La obra se sostiene en la vulnerabilidad de Mara y Pablo, y cada actriz que ha pasado por ahí la ha habitado desde un lugar distinto.
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La esencia, sin embargo, permanece. Rotos sucede en un espacio mínimo, casi doméstico. No hay telón ni artificio. Hay dos personas enfrentando el desgaste de una relación que se sostiene —o tambalea— en tiempo real. Esa proximidad es parte del encanto y también del golpe: ver a una pareja discutir, reírse de las pequeñeces, romperse un poco, volver a intentarlo. Todo mientras el público observa como quien se asoma al apartamento de un vecino que dejó la ventana abierta sin querer.
La apuesta de la temporada pasada fue tan honesta que muchos espectadores salían hablando de sí mismos más que de los personajes. Ahora, en Casa E, esa experiencia se conserva pero se organiza con mayor precisión técnica. La Sala Mayolo le permite al montaje seguir siendo íntimo, pero con una puesta más pulida, mejor iluminación y un flujo de entrada que evita que la función se interrumpa. Lo esencial sigue intacto: cada noche un invitado sorpresa entra a escena para alterar el equilibrio emocional. No hay dos funciones iguales.
Las funciones serán cortas en número pero intensas en energía. Rotos se presentará del 11 al 13 de diciembre, con una duración de 57 minutos y cupos limitados. El público podrá comprar entradas vía Atrápalo o directamente con Casa E. El acceso, como siempre en este tipo de obras, exige puntualidad férrea: una vez empieza la función, no se permite entrar. La intimidad tiene sus reglas.
Volver a Rotos en este nuevo formato no es solo asistir a una obra. Es asistir a un eco. A una historia que muta según quién la encarne y según quién la mire. Y ahora, con Camila Jurado al frente, esa grieta que alguna vez abrió la primera temporada promete ensancharse con nuevas resonancias. No es teatro para distraerse. Es teatro para quedarse pensando, incluso después de haber salido a la noche bogotana.