Mucho antes de convertirse en Gloria Pritchett, la carismática colombiana que se robó el corazón del público en Modern Family, Sofía Vergara ya había pisado los sets de televisión latinoamericanos. Su rostro era familiar por comerciales, programas de variedades y películas ligeras, pero pocos recuerdan que en 2007 tuvo un papel central en una de las adaptaciones más curiosas de la televisión regional: Amas de casa desesperadas, versión colombo-ecuatoriana del éxito estadounidense.
La serie, coproducida por RCN Televisión y Ecuavisa, buscó replicar el fenómeno global de Desperate Housewives con un elenco integrado por figuras reconocidas de ambos países. Vergara interpretó a Alicia Oviedo, el equivalente latino de Mary Alice Young, la narradora que desde el más allá contaba los secretos de un vecindario donde nada era lo que parecía. El proyecto, aunque ambicioso, pasó sin hacer mucho ruido. Se emitió en 2007, tuvo una sola temporada y desapareció de la conversación pública tan rápido como llegó.
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Para Sofía Vergara, ese papel representó un punto de inflexión. Era la oportunidad de actuar en español dentro de una historia coral, con una producción cuidada y una mezcla de intriga, humor y tragedia poco habitual en las telenovelas del momento. Sin embargo, el formato no logró encontrar su lugar entre los públicos de la región, acostumbrados a narrativas más melodramáticas y menos satíricas. Pese a ello, la actriz ya dejaba ver lo que años más tarde explotaría con brillantez en Hollywood: su dominio del ritmo cómico y su capacidad para sostener personajes exagerados sin perder naturalidad.
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Paradójicamente, Vergara ha dicho en entrevistas recientes que Griselda (2024) fue su “primer papel dramático en español”, lo que da una idea de cuánto se ha diluido la memoria de aquel experimento televisivo. Tal vez porque Amas de casa desesperadas nunca llegó a las plataformas de streaming ni a reposiciones internacionales, su existencia quedó confinada a la nostalgia de algunos televidentes y a fragmentos dispersos en internet.
Hoy, vista a la distancia, esa producción adquiere un valor distinto. Fue el último proyecto en español de Sofía Vergara antes de instalarse en Estados Unidos y abrirse paso en una industria que al principio no sabía qué hacer con su acento ni con su humor caribeño. Dos años después, Modern Family la convertiría en un ícono global, y la historia de Alicia Oviedo quedaría archivada como una rareza de época: la telenovela que marcó el fin de su etapa latinoamericana y el comienzo de una carrera que cambió para siempre la imagen de la mujer latina en la televisión mundial.