Milly Alcock, la actriz australiana que dio vida a la joven Rhaenyra Targaryen en la primera temporada de La casa del dragón, sorprendió recientemente al confesar en una entrevista televisiva que padece un síndrome que afecta su confianza cada vez que actúa. A pesar de haber conquistado al público y la crítica con su interpretación en la exitosa serie de HBO, Alcock reveló que ha tenido que lidiar con el síndrome del impostor, un fenómeno psicológico que la hace sentir que no merece su éxito y que, en cualquier momento, alguien descubrirá que no es lo suficientemente buena.
La confesión se produjo durante una conversación distendida en The Tonight Show, el famoso programa nocturno conducido por Jimmy Fallon. Fue allí donde Alcock recordó una experiencia particularmente dura durante los primeros días de rodaje del spin-off de Juego de tronos. “En mi segundo día de La casa del dragón, alguien —no voy a decir el nombre, pero era una persona de muy alto rango— me apartó y me dijo: ‘Vamos a conseguirte un coach de actuación’”, explicó la actriz.
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La situación, lejos de motivarla, la afectó profundamente. “Confirmó todo lo que ya pensaba: que no soy muy buena en mi trabajo. Pensé: ‘No puedo con esto. Es terrible. Fue un error’”, agregó entre bromas, aunque con evidente sinceridad. Sus palabras no solo revelan el impacto de ese comentario, sino también la constante autocrítica que ha marcado su carrera.
El síndrome del impostor es un trastorno que, según estudios psicológicos, afecta a personas exitosas que, a pesar de sus logros comprobables, sienten que no los merecen. En el caso de Alcock, su inseguridad contrastó fuertemente con la recepción que tuvo su trabajo. Desde su primera aparición en pantalla como la heredera del Trono de Hierro, fue considerada una de las revelaciones de la serie, con legiones de fans que lamentaron su reemplazo por Emma D’Arcy en la versión adulta del personaje.
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Fallon, sorprendido por la revelación, le recordó a la actriz que La casa del dragón ganó el Globo de Oro a Mejor serie dramática. Alcock intentó restarle importancia: “Bueno, no lo gané yo”, dijo. A lo que Fallon respondió: “Sí, lo hiciste. Tu serie ganó, tú ganaste”.
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Más allá del reconocimiento público, la experiencia de Milly Alcock refleja una realidad común en el mundo del espectáculo: el impacto silencioso que pueden tener los comentarios dentro de la industria y las batallas internas que enfrentan incluso las figuras más admiradas. Su participación en la primera temporada, así como un breve regreso en la segunda, dejó una marca imborrable en los seguidores de la franquicia. Mientras se prepara para dar vida a Supergirl en el renovado universo cinematográfico de DC, su testimonio sirve como recordatorio de que el talento no siempre va acompañado de autoconfianza.
Aunque por ahora no se ha confirmado si Alcock volverá en futuras temporadas de La casa del dragón, su historia ya forma parte del legado emocional de la serie. Y si algo ha demostrado es que, incluso con dudas y temores, es posible brillar intensamente en la pantalla.