Cuando El Eternauta apareció por primera vez en 1957 en la revista Hora Cero Semanal, los lectores no sabían que estaban ante una obra que trascendería el género de la ciencia ficción para convertirse en símbolo de resistencia y memoria histórica. Con guion de Héctor Germán Oesterheld y dibujos de Francisco Solano López, la historieta relataba la historia de Juan Salvo, un hombre común que, junto a su familia y vecinos, lucha por sobrevivir a una nevada mortal que cae sobre Buenos Aires y que pronto se revela como parte de una invasión alienígena. Pero detrás de esta épica de ciencia ficción había algo más: un reflejo velado del presente y una advertencia sobre el futuro.
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Lo que muchos lectores ignoraban en ese entonces era que el propio Oesterheld acabaría protagonizando una historia aún más perturbadora que la de su personaje. En los años siguientes a la publicación de El Eternauta, el guionista comenzó a adoptar una mirada cada vez más crítica hacia la realidad política y social de la Argentina. A fines de los años 60, reescribió la historieta con un tono mucho más explícito, en el que la invasión alienígena funcionaba como metáfora de la represión estatal y el colonialismo cultural. En esta segunda versión, publicada en 1969, el Eternauta ya no es solo un sobreviviente, sino un luchador contra las fuerzas opresoras.
El compromiso político de Oesterheld no se detuvo ahí. Durante la década de 1970, se unió a la organización guerrillera Montoneros, donde trabajó desde la clandestinidad escribiendo discursos, folletos y textos ideológicos. Su labor como escritor militante lo puso en la mira de la última dictadura militar, que tomó el poder en 1976 bajo el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.
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En abril de 1977, Oesterheld fue secuestrado por el Ejército. Nunca se supo con certeza dónde estuvo detenido, aunque testimonios posteriores lo ubican en distintos centros clandestinos, como El Vesubio y Campo de Mayo. Fue desaparecido junto a sus cuatro hijas, todas militantes políticas, y varios de sus yernos. Solo una de sus nietas, nacida en cautiverio, pudo ser recuperada años más tarde por las Abuelas de Plaza de Mayo.
El caso de Oesterheld se convirtió en uno de los más dolorosos dentro del universo de los artistas desaparecidos durante la dictadura. Su figura encarna la del "héroe colectivo", el hombre común que resiste, denuncia y crea incluso cuando todo está en su contra. En ese sentido, El Eternauta no solo anticipó de forma alegórica la violencia estatal, sino que su autor terminó siendo una de sus víctimas reales.
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Con la llegada de la democracia en 1983, la obra fue reeditada y revalorizada. Hoy en día, El Eternauta no solo es una historieta clásica, sino un emblema de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. Su mensaje ha perdurado por generaciones, y la historia de Oesterheld se enseña en escuelas, se recuerda en homenajes y resuena en cada reedición de la obra.
La serie de Netflix basada en el cómic homónimo, protagonizada por Ricardo Darín y dirigida por Bruno Stagnaro, promete recuperar no solo la esencia de la historia original, sino también el espíritu de resistencia de su autor. Porque detrás del personaje que desafía el tiempo y el espacio, hubo un hombre real que escribió contra el olvido —y por eso fue silenciado. Pero no vencido.