
Cuando un gran estudio invierte más de 100 millones de dólares en una secuela de ciencia ficción y esta no cumple con las expectativas, el destino suele ser bastante claro: se cancela todo lo que venga después. Sin embargo, hay excepciones. Y una de ellas es una saga de películas protagonizadas por Vin Diesel que, contra todo pronóstico, ha logrado mantenerse con vida durante más de dos décadas. Su historia no es la de un éxito arrollador, sino la de una franquicia que sobrevivió al fracaso por pura determinación de su protagonista.
Todo comenzó en el año 2000 con Pitch Black (conocida como Eclipse mortal en algunos países). Una modesta película de terror y ciencia ficción que presentaba a Richard B. Riddick, un convicto con habilidades únicas que se convierte en la improbable pieza clave para la supervivencia de un grupo de personas en un planeta hostil. Costó poco más de 20 millones de dólares y recaudó más del doble, convirtiéndose en una agradable sorpresa para el estudio y el público.

El éxito del primer filme llevó a Universal a apostar fuerte por una secuela: The Chronicles of Riddick (2004), traducida en muchos países como La batalla de Riddick. Con un presupuesto de 120 millones de dólares, Diesel y el director David Twohy intentaron expandir el universo del personaje en una historia que mezclaba ciencia ficción, fantasía y política galáctica. Sin embargo, el resultado no fue el esperado: la crítica fue tibia, y la taquilla, decepcionante. Apenas logró recuperar la inversión y quedó muy lejos de las cifras que necesitaba para justificar nuevas entregas.
En ese punto, la saga parecía condenada al olvido. Pero Vin Diesel, que además de actor es productor y fan declarado del personaje, no se dio por vencido. En un movimiento que hoy en día se recuerda como decisivo, Diesel aceptó hacer un breve cameo en Fast & Furious: Tokyo Drift a cambio de una cosa: los derechos cinematográficos de Riddick. Universal aceptó, y con eso, el actor quedó libre para revivir la saga a su manera.

Casi una década después, llegó Riddick (2013), una tercera entrega. Con un presupuesto de 38 millones de dólares y una historia que volvía a las raíces del personaje, el filme no arrasó, pero sí cumplió su cometido: fue rentable. Más importante aún, confirmó que todavía había interés por el universo de Riddick, al menos entre un público específico que lo había seguido desde los inicios.
Y así llegamos a 2025, año en que la franquicia se prepara para su cuarta entrega: Riddick: Furya. El título hace referencia al planeta natal del personaje, mencionado en entregas anteriores pero nunca explorado. Las filmaciones comenzaron en agosto de 2024 y, si todo sale según lo previsto, el estreno se daría entre finales de este año y principios de 2026.

Mientras otras franquicias como Divergente fueron canceladas tras un mal desempeño, Riddick encontró una fórmula que le permitió seguir adelante: reducir costos, centrarse en lo que los fans valoran y, sobre todo, tener a un protagonista que nunca se dio por vencido. A veces, no se necesita una gran maquinaria para mantener viva una saga, sino alguien que crea en ella con suficiente fuerza. Y, en el caso de Riddick, ese alguien fue Vin Diesel.