The Big Bang Theory es una de las series más exitosas de los últimos años y es que Warner Bros. Pictures la estrenó en 2007, cuando no era para nada fácil conseguir crear una producción que durase más de un par de años al aire. Desde Friends, Two and a Half Men, The Middle o How I Met Your Mother, no había habido tanta acogida con un título.
Como si fuera poco haber recaudado millones de dólares por sintonía a nivel mundial, el programa pudo extenderse por 12 temporadas, más que todos los anteriores, además de ganar un spin-off llamado Young Sheldon.
En gran parte, lo que hizo que el show tuviese tanto éxito por más de una década fue que encantó a públicos muy diversos. Los geeks, freakies o nerds se sintieron totalmente identificados por los protagonistas, mientras que la juventud común también disfrutaba de la mayoría de las situaciones.
A diferencia de muchos otros proyectos, este colocaba en el foco de los reflectores a cuatro sujetos muy inteligentes, pero que no se adaptaban bien a la sociedad por sus gustos particulares casi obsesivos como los cómics, los videojuegos o la ciencia.
Este último elemento era de gran importancia en la trama y, de hecho, la mayoría de los chistes académicos que se colocaron en los guiones fueron revisados por expertos como el profesor de física y astronomía en la Universidad de California, David Saltzberg, con el objetivo de tener la aceptación de los conocedores, pero sin perder la capacidad de entretener a todos.
Uno de los chistes más inteligentes de 'The Big Bang Theory'
En la primera temporada, por ejemplo, aparece un dilema científico que se propuso por primera vez a través de The Big Bang Theory. Se trata del conocido Teorema de Sheldon, que indica que el 73 es el único número en el mundo que no solo es capaz de multiplicar sus cifras para dar su posición entre los primos (73 es el vigésimo primer número primo, y 7 multiplicado por 3 da 21), pero además, si lo inviertes, también tiene un número primo, 37, que a su vez es el duodécimo número primo, ¡El 21 invertido!
Lo que comenzó como una broma de Saltzberg impactó tanto que fue estudiada por Carl Pomerance y Chris Spicer que, tras varias operaciones aritméticas, lograron verificar que lo que Sheldon dijo efectivamente era se cumplía.