La historia de los hermanos Menendez, Lyle y Erik, ha vuelto a acaparar la atención del público gracias a la nueva temporada de Monstruos, la serie de antología de crímenes de Netflix creada por Ryan Murphy e Ian Brennan. Estrenada el 19 de septiembre, esta temporada se centra en los asesinatos de sus padres, José y Kitty Menendez, en 1989, y explora el oscuro trasfondo familiar que los llevó a cometer uno de los crímenes más infames de Estados Unidos.
Si bien su condena por asesinato en primer grado y las sentencias de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional son bien conocidas, hay un aspecto menos comentado: ¿qué pasó con la fortuna que los hermanos esperaban heredar tras el brutal asesinato de sus padres?
Una herencia millonaria
Después de asesinar a sus padres, Lyle y Erik heredaron rápidamente una parte de la fortuna familiar, valorada en aproximadamente 14 millones de dólares. Con este dinero en mano, los hermanos comenzaron a gastar de manera excesiva, lo que terminaría siendo clave para que las autoridades sospecharan de ellos.
Lyle compró un Porsche, un reloj Rolex y hasta un restaurante, mientras que Erik invirtió su dinero en clases de tenis y viajes por el mundo. En total, se estima que en tan solo seis meses, los hermanos gastaron alrededor de 700,000 dólares.
Este derroche desmedido no solo llamó la atención de las personas a su alrededor, sino también de las autoridades, quienes comenzaron a unir las piezas del caso y vieron que el móvil del asesinato podría haber sido precisamente el dinero.
El fin de la fortuna
Una vez que los hermanos fueron condenados, la fortuna de 14.5 millones de dólares que habían heredado se agotó rápidamente. Entre impuestos, honorarios legales y malas decisiones financieras, el dinero se evaporó en cuestión de años. Según los registros de sucesión, casi 10.8 millones de dólares se destinaron a la defensa legal de los hermanos, tasaciones inmobiliarias infladas y pérdidas en la bolsa.
Para cuando se revelaron los detalles de la herencia, lo único que quedaba de la vasta fortuna Menendez era una casa en Calabasas, un condominio en Nueva Jersey, algunas joyas y muebles, y aproximadamente 651,948 dólares en efectivo, una suma insuficiente para cubrir las deudas acumuladas.
Aunque Lyle y Erik hubieran sido absueltos, no habrían podido acceder al dinero. Esto se debe a la conocida California Slayer Statute, una ley que impide que cualquier persona que haya asesinado intencionalmente a otra herede bienes de la víctima o reciba beneficios de seguros de vida. En términos sencillos, esta ley trata al asesino como si hubiera muerto antes que la víctima, lo que significa que los bienes y beneficios van a un beneficiario alternativo o regresan al patrimonio de la persona fallecida. Esta normativa solo permite excepciones en casos de homicidios justificables, como la defensa propia, lo que no aplicaba en el caso de los Menendez.
Monstruos ha logrado retratar de manera impactante esta historia, mostrando cómo lo que comenzó como un plan para heredar millones (supuestamente) terminó en una tragedia que no solo los condenó a la cárcel de por vida.