"Me desmayé en la prueba": la estrella de ‘Stranger Things’ que abandonó el rodaje de ‘El Padrino’
Casi nadie conoce mi primer nombre, pero todos saben que tengo un homónimo español que escribe thriller. Me obsesionan las películas sobre el fin del mundo y tengo una particular debilidad por el cine de M. Night Shyamalan.

Un colapso inesperado cambió el destino de un papel que pudo reescribir la historia de dos generaciones del cine.

En 1990, Winona Ryder —hoy adorada por una nueva generación gracias a su papel en Stranger Things— vio cómo uno de los papeles más codiciados de su carrera se le escapaba entre los dedos. Lo que muchos recuerdan como un misterio hollywoodense fue, en realidad, una historia de agotamiento físico, vulnerabilidad y un cuerpo que dijo “no” justo cuando la industria esperaba que siguiera adelante.

Ryder estaba a un paso de interpretar a Mary Corleone en El Padrino. Parte III, la hija del mítico Michael Corleone y un rol que prometía consolidarla como la actriz más influyente de su generación. Venía de un ascenso meteórico con filmes como Bitelchús, Drácula y La edad de la inocencia, y nadie dudaba de que era la elección natural para el cierre de la saga. Pero su ritmo de trabajo era insostenible. Durante el rodaje de Sirenas, donde debía actuar como si fuera primavera en medio del invierno brutal de Boston, contrajo una infección respiratoria grave. Apenas terminó, tomó un vuelo a Italia para iniciar su participación en la película de Francis Ford Coppola.

No lo logró. “Me desmayé durante la prueba de vestuario”, recordó años después. Exhausta, derrotada por el cuerpo, lo siguiente que supo fue que estaba de vuelta en casa, con sus padres, incapaz de continuar. La aseguradora de la producción dictaminó descanso absoluto por varias semanas. El sueño de participar en la saga que amaba se derrumbó en un instante. “Estaba devastada”, confesó, aunque también admitió que, en medio del colapso, sintió alivio: el cuerpo la estaba obligando a detenerse donde su voluntad ya no podía.

Johnny Depp, su pareja en aquel entonces, confirmó la profundidad del golpe: Ryder había sufrido un colapso nervioso tras encadenar varios rodajes. Hollywood avanzaba más rápido de lo que una joven de 19 años podía resistir. Mientras tanto, Coppola, sin más alternativas viables, terminó recurriendo a su propia hija, Sofia Coppola, para interpretar a Mary. La decisión, marcada por la urgencia, fue cruelmente recibida: la crítica destrozó la actuación y la joven Sofia terminó alejándose de la actuación para dedicarse por completo a la dirección.

El papel parecía estar rodeado de una especie de sombra trágica. Antes de Ryder, Julia Roberts lo había rechazado por problemas de agenda. Madonna estuvo muy cerca, pero ella y Coppola concluyeron que no era la elección correcta. Y la actriz Rebecca Schaeffer, quien también estaba en consideración, fue asesinada por un acosador, en uno de los casos más devastadores de la historia de Hollywood.

Hoy, tres décadas después, Ryder sigue siendo uno de los rostros más queridos de la cultura pop, y es precisamente su presencia en Stranger Things la que conecta generaciones enteras con un legado cinematográfico que a veces parece circular, como si la vida ofreciera segundas oportunidades en formas inesperadas. Aquel desmayo, que en su momento se sintió como una derrota absoluta, terminó liberándola de una carga que pudo haberla marcado para siempre. Y aunque nunca interpretó a Mary Corleone, su ausencia también transformó la historia.

En Hollywood, dicen, los papeles que pierden los actores hablan tanto de ellos como los que aceptan. Y en el caso de Winona Ryder, aquel día en que se desplomó sobre un probador en Italia se convirtió en una de esas bisagras secretas que moldean una carrera sin que el mundo lo note.

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