Una amistad forjada entre guiones, madrugadas compartidas y maratones de anime que terminaron influyendo en dos de los cineastas más importantes del mundo.
Las grandes amistades del cine casi nunca empiezan con focos, alfombras rojas ni acuerdos millonarios. A veces nacen en una barbacoa, como la que organizó Ron Perlman a principios de los años 90, donde un joven Guillermo del Toro coincidió por primera vez con James Cameron. Uno venía de terminar Cronos; el otro acababa de entregar Terminator 2. Se miraron, conectaron y, sin saberlo, iniciaron una relación creativa y humana que lleva más de treinta años sin tambalearse.
Lo insólito es que, detrás de sus filmografías monumentales, una parte de esa amistad se consolidó en una rutina tan doméstica como reveladora: vivir juntos por temporadas y ver anime todas las noches. Entre pilas de storyboards y discusiones sobre monstruos, robots y narrativa visual, se tejió un intercambio que —aunque parezca un detalle menor— plantó semillas narrativas que años después germinarían en dos franquicias gigantes del cine contemporáneo.
A continuación, los animes que marcaron esa amistad… y su legado.