3 directores de cine con los que es muy difícil trabajar (y los actores lo confirman)
Santiago Díaz Benavides
Casi nadie conoce mi primer nombre, pero todos saben que tengo un homónimo español que escribe thriller. Me obsesionan las películas sobre el fin del mundo y tengo una particular debilidad por el cine de M. Night Shyamalan.

No todo lo que brilla es oro en Hollywood. Algunas de las mentes más brillantes detrás de la cámara también han sido señaladas como un dolor de cabeza para los actores.

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En el glamuroso mundo del cine, donde las alfombras rojas brillan y los discursos de premiación rebosan emoción, hay una verdad menos comentada pero bastante conocida entre bambalinas: algunos directores, por talentosos que sean, pueden convertir un rodaje en una pesadilla. La historia del cine está llena de anécdotas donde el perfeccionismo, el ego o simplemente un carácter imposible han sido motivo de lágrimas, gritos y hasta peleas en el set. Y aunque sus películas han sido ovacionadas en festivales o galardonadas con premios de la Academia, trabajar con ellos no es para cualquiera.

Aquí repasamos tres nombres que han dejado huella tanto en la historia del cine como en la paciencia (y salud mental) de sus actores: Stanley Kubrick, David O. Russell y James Cameron.

Stanley Kubrick: la genialidad llevada al límite

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Conocido por ser uno de los cineastas más influyentes del siglo XX, Kubrick no se conformaba con una buena toma: la quería perfecta. Durante el rodaje de El resplandor (1980), Shelley Duvall vivió una de las experiencias más traumáticas de su carrera. El director no solo hizo que repitiera una escena más de cien veces —rompiendo récords y nervios—, sino que alentó a los miembros del equipo a no mostrarle simpatía, todo para que su angustia se tradujera en una actuación más “real”.

Jack Nicholson también fue víctima de este rigor extremo, aunque con un temple más estoico. El resultado fue una obra maestra del horror, pero el precio humano detrás fue alto.

David O. Russell: talento con temperamento

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Aclamado por películas como Escándalo americano y El lado bueno de las cosas, Russell ha sido igualmente conocido por su mal carácter en el set. Su conflicto con George Clooney en Tres reyes (1999) llegó a los puños tras semanas de tensión. Clooney lo describió como “el peor rodaje” de su vida y criticó su trato hacia el equipo técnico.

Y no es el único: Lily Tomlin protagonizó una pelea que quedó registrada en video durante I Heart Huckabees, y Amy Adams reveló en 2016 que el director la hacía llorar casi todos los días. A pesar de ello, muchos intérpretes siguen trabajando con él por el prestigio que implica una película bajo su mando.

James Cameron: el comandante del caos controlado

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James Cameron es sinónimo de épica. Titanic, Avatar, Terminator 2. Pero también lo es de jornadas de trabajo maratónicas y condiciones extremas. En El abismo (1989), Ed Harris terminó tan emocionalmente agotado que dijo públicamente que no hablaría más sobre la película.

Durante semanas, el reparto pasó horas bajo el agua, filmando en un tanque inmenso con niveles de estrés que rozaban lo inhumano. Mary Elizabeth Mastrantonio también sufrió un colapso tras una escena repetida hasta el exceso. Cameron mismo ha admitido que pasaba hasta 11 horas sumergido, obsesionado con el control total.

Genios… difíciles

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Nadie cuestiona la brillantez de estos directores. Cada uno ha dejado un legado poderoso. Pero a veces, el precio de una obra maestra es demasiado alto para quienes están frente a la cámara. En Hollywood, hay quienes prefieren pasar de largo una oportunidad con un gran nombre si eso significa poner en juego su bienestar emocional. Porque al final, lo que se ve en pantalla es solo una parte de la historia.

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