Margarita Rosa de Francisco ha pasado por muchos escenarios: reinados de belleza, sets de grabación, y estudios de televisión. Ha sido actriz, presentadora, escritora y columnista. También ha sido, por décadas, una figura asociada con la belleza en Colombia. Sin embargo, a sus 60 años, asegura sentirse en un lugar distinto. Más relajado. Más propio.
En entrevista con el programa +Íntimo de Red+, Margarita habló abiertamente sobre su relación con los tratamientos estéticos y cómo esa etapa de su vida ya quedó atrás. La pregunta era directa: “¿Rellenos, bótox, estética, es una opción?”. Su respuesta también lo fue: “Me he hecho cosas. Cuando tenía por ahí 45 sí me dio la crisis un poco y me puse bótox, me puse cosa en la boca… no sé en qué momento dije qué pereza esto, ya me siento tranquila como estoy y además, tener el compañero que lo vea a uno divino”.
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La actriz, recordada por papeles protagónicos en telenovelas como Café con aroma de mujer, explicó que durante un tiempo sintió esa presión de mantenerse “perfecta”. En ese camino, como muchas otras mujeres, recurrió a procedimientos estéticos para suavizar líneas, cambiar detalles y responder a los estándares. Pero con el tiempo fue soltando esa necesidad.
Margarita también compartió que su atención hoy está en otros intereses. “Y también pasa con esta obsesión que tengo con el estudio, como que me entretiene tanto la lectura, ser estudiante que es lo que más me gusta, entonces no tengo espacio para pensar en eso y me entretiene más”, dijo, mostrando cómo ha ido cambiando su relación con el cuerpo y el paso del tiempo.
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Quienes han seguido su carrera saben que el ejercicio ha sido una constante para ella. Lo ha practicado durante años con disciplina, aunque en sus propias palabras, también con cierta obsesión. Esa intensidad parece haberse equilibrado en los últimos años con otras pasiones, como la escritura y la filosofía.
Más allá de una declaración sobre bótox o rellenos, sus palabras invitan a pensar en la libertad de elegir cómo envejecer. Sin culpa. Sin presión. Y sobre todo, sin esconderlo. Margarita no niega lo que se hizo en el pasado, pero tampoco lo celebra como una necesidad. Simplemente cuenta que en un momento le funcionó, y en otro, dejó de hacerlo.
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A sus 60 años, Margarita Rosa de Francisco se muestra interesada en nuevas etapas, nuevas formas de belleza y, sobre todo, en sentirse bien con lo que ve frente al espejo.