
Para muchos, Akira Toriyama es una figura casi mítica, responsable de darle vida a uno de los universos más influyentes del manga y el anime con Dragon Ball. Sin embargo, lo que pocos saben es que su incursión en el mundo del cómic japonés no nació de la pasión ni de un sueño de infancia. Toriyama nunca se imaginó como dibujante profesional. De hecho, antes de convertirse en mangaka, trabajaba como diseñador gráfico y, según él mismo ha contado, el lápiz solo llegó a sus manos como una alternativa urgente para ganarse la vida.
Su entrada en el manga fue más casual que planeada. Tras dejar su empleo como diseñador, se encontró con mucho tiempo libre y comenzó a frecuentar cafeterías, donde hojeaba revistas por simple costumbre. Una de ellas fue Shonen Jump, una publicación que, para entonces, él ni siquiera leía con regularidad. En una de sus visitas, notó un concurso que ofrecía 500 mil yenes a nuevos autores. Sin trabajo y sin ingresos, pensó: “Eso me vendría muy bien”. Así, con más necesidad que ambición artística, se lanzó a dibujar.

Aunque no logró llegar a tiempo para ese primer certamen, ya había despertado una chispa creativa en él. Continuó desarrollando ideas, muchas inspiradas en sus recuerdos de infancia. Poco después, Shonen Jump abrió una nueva convocatoria, esta vez con un premio menor de 100 mil yenes. Toriyama, que ya había trabajado en una propuesta, decidió participar. Lo irónico es que ni siquiera quería dedicarse en serio al manga; simplemente necesitaba dinero. Pero esa participación lo llevó a conocer a Kazuhiko Torishima, un editor que supo ver su potencial.
Su primer manga publicado, Wonder Island, apareció en 1978 cuando Toriyama tenía apenas 23 años. Aunque no fue un éxito, le abrió las puertas al mundo editorial y sembró el inicio de una carrera que, con el tiempo, sería legendaria. Según confesó él mismo, pensaba retirarse tras ganar uno de esos concursos. Pero como sus primeras obras no tuvieron el impacto esperado, decidió insistir por orgullo y testarudez.

Fue esa terquedad la que lo mantuvo en el ruedo hasta que llegó el verdadero primer gran golpe: Dr. Slump, con la irreverente Arale como protagonista. El éxito fue rotundo. Y aunque en ese momento aún no existía Goku, el camino ya estaba trazado. De ese “accidente profesional” nació uno de los creadores más influyentes de la cultura pop japonesa.
Así que sí: antes de cambiar la historia del anime, Toriyama ni siquiera pensaba dibujar. Solo necesitaba sobrevivir. Lo demás, como suele pasar en las buenas historias, fue una cadena de casualidades bien aprovechadas.